Friday, November 21, 2008

LA ULTIMA ESTACION


Jugando a ser bohemio en París, con la mirada en casa y media Europa a la espalda, me siento por última vez a reflexionar sobre el viaje. Muchas cosas sucedieron por el camino, muchos encuentros imborrables y algún desencuentro inevitable. Nada ocurrió como estaba previsto, nada estaba previsto y aun así el viaje fue tomando vida mostrándonos la dirección a seguir en cada momento.
La llegada al viejo continente fue traumática. Hubo un tiempo en el que los viajes eran privilegio de unos pocos que disponían de la fortuna suficiente o de las agallas para embarcarse en alocadas empresas, que en muchas ocasiones acababan en desastre. Hoy la cosa ha cambiado, la tecnología avanza que da susto y no hay viajero que se mueva por Europa sin teléfono móvil y ordenador portátil. Las mochilas dan paso a la maletita de ruedas y es imprescindible llevar en el equipaje máquina de afeitar, zapatos de fiesta y el último grito en desodorantes: "AXE night attack". Por lo que pueda suceder. Hoy triunfa el tour organizado, incluso para ir a los garitos de moda, y la comida en Mc Donald's para evitar sorpresas. Hoy para ser viajero basta con pisar muchos países de los que ponen sello en el pasaporte y recorrer miles de kilómetros para terminar hablando con la computadora...y yo con estos pelos, y estas barbas, y unos pantalones raídos que compré en Irán, y la mochila hecha pedazos y para colmo de rarezas escribiendo a mano en un local con banda ancha...
A pesar de todo la ruta siempre reserva algunos encuentros para compensar. Y así conocí al loco Sebastián, a Adela y a Andrew con los que pasamos unos buenos momentos en las noches de Centroeuropa; y así conocí a Cindy que tenía unos ojos de gata persa que parecían de mentira; y así llegue a París, sabiendo que no era mi sitio, pero por echar unas fotos. Que se queden los parisinos con su glamour y sus luces, que yo me quito los zapatos y me voy con los hijos de Twain.
Gracias por seguir nuestras aventuras y hasta más ver amigos.