Friday, December 21, 2007

CAMİNO DE CONSTANTİNOPLA


Llegamos a Bucovina con el único propósito de visitar los fantásticos monasterios que conservan sus frescos al aire libre a pesar del paso de los siglos y de los rigores de cientos de inviernos.
Pertrechados en Suceava ponemos nuestras esperanzas en manos de los que predicen el tiempo y, aprovechando una tregua del duro invierno, alquilamos un coche para desplazarnos con comodidad y para devolver a los campesinos los favores recibidos.
Las monjas que habitan los monasterios parecen afectadas por la reclusión y la tristeza del clima y nos regañan como a chiquillos en el patio de un colegio por desobedecer unas normas que parecen depender de cada una de ellas.
Contentos por la ventanita de sol seguimos camino hacia la república de Moldavia de paso para Odessa. En el escaso tiempo que pasamos en Chisinau conocemos a Octav, un supuesto agente de los servicios de inteligencia de la república, demasiado indiscreto para agente secreto y demasiado sonado para trabajar en cualquier cosa que tuviera que ver con inteligencia. Por sólo 30 € al día, Octav nos ofreció protección frente a la mafia rampante del país. Decidimos rechazar la tentadora oferta y arriesgarnos a pasear en solitario por las más que tranquilas calles de la ciudad, que poco tiene que ofrecer y que pronto abandonamos para entrar en Ukrania.
En los pasos de frontera dejamos las horas mirando con envidia a las aves migratorias que parecen burlarse con sus graznidos del afán estúpido del hombre por inventarse fronteras. Al fin llegamos a Odessa, puerto mítico del Mar Negro en los tiempos de los zares y famosa por la escena del carricoche que inmortalizó Eisenstein en "El Acorazado Potemkim".
Preguntamos por lo más interesante de la ciudad y siempre la respuesta es la misma:
- Aquí lo único interesante son las mujeres.
- Bueno, tampoco esta mal para variar...
Después de cinco días esperando el ferry que nos llevara a Estambul no podemos por más que darles la razón; aquí los monumentos nunca están en el mismo sitio. Decidimos ser malos por una vez, también para variar, y mıentras la temperatura baja y la nieve cae fuera, en el local se funde el hielo conforme avanza la noche... El que conoce Ukrania ya sabe de qué hablo, y el que no, no me lo va a creer.
Huyendo de la nieve que no ha cesado de caer en los últimos días nos refugiamos en el barco que dibuja su estela rumbo a Estambul.

1 comment:

Anonymous said...

Feliz Navidad