Los países que formaron la antigua Yugoslavia emborronaron las ventanas. Las montanas de Bosnia se escondieron en la niebla y las fértiles llanuras de Serbia dejaron una estela de campos de maíz bajo un resol huidizo. El tren canta su canción; con la mirada buscando el foco en ningún punto del horizonte somos espectadores de un panorama monótono. El Danubio nos acompaña en su lento viaje. Silencioso testigo de los contrastes que construyen Europa, el Danubio fluye gris hacia el final de sus días en el Mar Negro contagiándonos su apatía. Sarajevo nos dejó indiferentes, Belgrado brilló con un guiño de sol dentro de una semana insulsa y sólo la compañía de Andrea y Suzie aportó una pizca de interés en nuestras conversaciones con la gente. La frialdad del carácter eslavo nos atormenta y nos sorprende, especialmente asomados a cualquier ventanilla de información, nos horrorizan las muestras de hastío en respuesta a cada pregunta. Rara vez nuestras dudas se ven resueltas en ninguna de estas visitas y una mezcla de resignación y rabia se apodera de nosotros por un instante.
Visitamos Novi Sad; una ciudad que olvidamos en el momento mismo de apoyar nuestros culos en el asiento del tren que nos llevará hacia Hungría.
Los cruces de aduana se van complicando con cada país que dejamos atrás, los imperturbables guardias no se pueden permitir regalar una sonrisa y mientras examinan nuestros pasaportes con una mueca estudiada durante horas ante un espejo jugamos a imaginar qué pensarán:
"!Anda, qué dibujitos más chulos tienen estos pasaportes de España! ?Qué habrá hecho el Barcelona en la liga? Seguro que estos lo saben pero no puedo preguntar. Es una mierda esto de tener que aparentar ser frío como el hielo. Me gustaba más dirigir el tráfico, al menos podía sonreír a aquella rubia que cruzaba todos los días camino al trabajo..."
El silbato del tren nos devuelve a la realidad; el guardia de aduanas deja de mirar los dibujitos y, al devolvernos el pasaporte, caemos en la cuenta de que si no ríe es probablemente porque no le gusta su trabajo. Si por lo menos atrapara a algún espía...Aunque sólo fuera uno al mes para alterar la rutina...Pero esos tiempos han cambiado. El guardia regresa a su triste despacho de aduanas y nosotros continuamos nuestro camino mecidos por el suave meneo.
1 comment:
Me alegro que os vaya todo bien. Me conecto casi todos los días al blog para leer las aventuras y desventuras del culebron "enterceraclase".
Jorge majete aquí estoy corrigiendo tus gazapos de la pagina wepe.
Es broma.
Un besico de tornillo de parte de Ariadna.
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