Thursday, November 8, 2007

REFLEJOS EN LA PIEDRA


El asedio que sufrió Dubrovnik durante la guerra se repite cada día ante sus puertas. Cientos, miles de bárbaros desembarcan en su puerto con el ansia de desconocer un sitio más. Algunos caminan mirando la vida a través del visor de sus cámaras de vídeo, no hay tiempo que perder, hay que registrar cada rincón, cada piedra, antes de que la llamada de su lujoso barco les reclame para zarpar en pos de otra plaza que conquistar, otra muesca más que irá desplazando en la memoria recuerdos apresurados de visitas anteriores. Cada día, tan fugazmente como llegaron, desaparecen los enjambres encantados por un colorido paraguas o una banderita; dejando tras de si la paz de unas semidesiertas calles que muestran bajo la luz artificial de sus faroles la belleza de unos edificios que conocieron tiempos de esplendor. Las murallas de la antigua Ragusa guardan uno de los tesoros más valiosos del viejo "Mare Nostrum".
Nos perdemos por sus callejuelas recorriendo una y otra vez el laberinto hasta estar seguros de no olvidar ni el más escondido de sus recovecos; y sólo entonces vemos el momento de abandonar para siempre una ciudad que grabó con sus reflejos empedrados una imborrable huella en nuestra querida máquina de registrar recuerdos.

1 comment:

Anonymous said...

Brillante lo de "miles de bárbaros desembarcan en su puerto con el ansia de desconocer un sitio más".

No tanto el conocer "el más escondido de sus recovecos" en un día.